Vivimos sumergidas en una atmósfera social qué, aunque no la percibamos de manera consciente todo el tiempo, podemos notar la «sutil» (y a veces no tan sutil) presión o influencia que ejerce sobre nuestros comportamientos y decisiones.
Pongamos algunos ejemplos de cosas que suele decirnos la gente para que entiendas mejor de lo que te hablo:
«…¿Qué estudias? ¿No te dijeron que los artistas se mueren de hambre? ¿De qué vas a vivir? ¿Por qué no estudias una carrera como la gente mejor? ¡No sé, algo más tradicional, que te asegure un futuro!…»
«…¿Y tenés novio nena? ¿Para cuando el casorio? ¡Ya deberías sentar cabeza! ¡Más vale que te apures porque el tren pasa una sola vez en la vida, no sea que lo pierdas y te conviertas en la solterona de la familia!…»
«…¿Y vos queridaaaa? ¿Cuando pensás encargarle un bebé a la cigüeña? Mirá que el tiempo corre y la edad biológica para ser madre no es eterna… ¡Más que una madre va a tener una abuela, pobre pibito!…»
¿Te suena? Ejemplos como estos abundan en nuestra realidad cotidiana y no solamente en relación a tomar la decisión de formar pareja, de convertirte en madre o de elegir una profesión, si no también en toda clase de decisiones que quieras tomar por más pequeñas que éstas sean.
Decisiones del corazón
Ya sea por las creencias culturales, las expectativas de los demás, las presiones sociales o el miedo al qué dirán muchas veces terminamos tomando decisiones que el fondo no nos convencen.
Tomamos decisiones que no nos hacen realmente felices porque es lo que se espera de nosotras, por complacer a las personas que amamos o para evitar enfrentarnos a su desaprobación, aunque esto nos aleje de nuestros más ansiados deseos.
Ciertamente no es fácil desligarse de lo que opinan nuestras familias, nuestros amigos y de lo que normalmente se espera de nosotras en nuestro entorno social, pero también es cierto que no todas las personas nacimos para lo mismo, ni existe ningún camino comprobado que sea fácil y que nos garantice el éxito total o la absoluta felicidad.
Afortunadamente existe diversidad, existe variedad y los sueños de cada cual es algo muy particular y único.
Algunas mujeres sueñan toda la vida con ser madres y otras no, algunas sueñan con casarse o tener pareja y otras no, algunas sueñan con una carrera exitosa y otras no, algunas sueñan con recorrer el mundo y otras no, etc…
Y eso está bien, está perfecto que no seas una “fotocopia” de alguien más, cada uno se siente atraído a lo que le dicta su corazón.
No estás perdida…
Está bien que seas auténtica y sigas tu propio camino, porque aunque tu camino sea distinto al de los demás no significa que estás “perdida en la vida”, sólo significa que vas hacia otro lugar.
Tal vez sea un lugar al cual nunca antes alguien de tu entorno haya ido y por eso les cause miedo que vos decidas ir por ahí e intenten protegerte o llevarte por el camino de lo conocido y de lo que ellos consideran “seguro” porque es lo único que conocen.
Siempre que sigas el camino que te hace sentir realmente bien, ese que te motiva, que te provoca entusiasmo, que te causa ilusión, ya sea por una corazonada, porque lo tenés super claro o no sabés porqué pero te atrae demasiado, lo más probable es que esa sea la decisión correcta o el camino correcto y desde ahí todo fluye.
De nada sirve enemistarte con los que no son capaces de entenderte en este momento o no respetan tus decisiones o puntos de vista.
No esperes que todo el mundo te entienda para hacer lo que realmente te dicta el corazón, tal vez nunca lo hagan, pero si te ven feliz y convencida, tarde o temprano aceptarán tu decisión.
Y recordá siempre qué aunque tu camino sea distinto al de los demás… ¡Eso no quiere decir que estás perdida! 😉
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