¿Lo hago o no lo hago? ¿Lo digo o me quedo callada? ¿Voy o me quedo? ¿Me muevo o me quedo quieta?
Dudas, inseguridades… Más dudas e inseguridades, más miedo… Lo analizás tanto que sufrís una “parálisis” y ¡no haces nada! ¿Te pasó alguna vez?
Querés avanzar y tomar acción, pero el miedo y las dudas hacen que te quedes estancada en un mismo lugar y te sentís bloqueada.
Probablemente sea porque estás pensando en las posibles consecuencias negativas o cosas que pueden salir mal.
Puede ser también que tengas miedo a hacer el ridículo, miedo a fracasar o miedo a lo que piensen o digan los demás, en resumen… ¡Otra vez el “fucking miedo” te está bloqueando!
Cómo ya lo dije en post anteriores el miedo no es algo tan malo, nos previene de posibles peligros, trata de cuidarnos y nos aconseja para que seamos precavidas tratando de evitarnos algún daño o sufrimiento, es parte de nuestro instinto de supervivencia.
“El miedo puede ser un buen consejero o un terrible sobreprotector que boicotea nuestra evolución”
El miedo sobreprotector es exagerado
El problema aparece cuando el miedo se vuelve tan grande que en lugar de aconsejarnos o de prevenirnos ante los riesgos o peligros, nos paraliza, nos controla y no nos permite vivir, tal como si fuera un padre sobreprotector.
Como dice la psicóloga Paola Graziano en un artículo sobre este tema, cuando el miedo es extremista es como una madre o un padre muy “sobreprotector”, controlará todos los movimientos de su hijo y no le dejará hacer muchas actividades para «protegerlo».
La intención es buena, pero la sobreprotección vuelve a los hijos “inseguros”, no se les deja explorar el mundo, ser independientes, adquirir autoconfianza y aprender a resolver los problemas por sí solos.
¡Para aprender a caminar es necesario caerse y volver a levantarse, hasta que lo lográs!
Pongamos otro ejemplo: si querés aprender a andar en bicicleta, es posible que tengas miedo a caerte, lo cual es muy probable que suceda. En este caso el miedo te sirve para que seas precavida y te pongas un casco, vayas despacio y apretés los frenos cuando sea necesario, pero si el miedo es exagerado ¡No va a dejar ni que te compres la bicicleta! Porque estarás pensando: ¿y si me caigo y me fracturo una pierna? ¿y si hago el ridículo y todos se ríen de mi?
Cuando el miedo es tan grande, se transforma en una voz que está permanentemente está gritando «¡cuidado!». Ve amenazas en todos lados, desconfía de todo y nos anula.
¿Cómo reconocer si tu miedo es exagerado?
Cuando tenés demasiado miedo sólo ves el peligro y no los posibles beneficios, sobredimensionás las consecuencias negativas, huís o esquivás la situación en vez de afrontarla y a veces reaccionás de manera exagerada e irracional.
Si reconocés alguno de estos factores en tu manera de proceder ante una situación determinada, lo que hay que hacer primero es tomar conciencia (sin enojarte, ni frustrarte) y escuchar atentamente a tu niña interior que siente terror frente a esa situación, para así poder cambiar tu diálogo interno y convencerla con nuevos argumentos, de manera amorosa, para que te permita avanzar de a poco hacia una nueva dirección.
Cuando empezamos a hacer algo nuevo nos sentimos inseguros, es normal, la confianza viene con la práctica a medida que vamos haciéndolo por eso correr riesgos forma parte del proceso de aprendizaje.
Nunca podemos estar cien por ciento seguras de que todo saldrá bien, hay que asumir el riesgo ya que siempre habrá cosas que no podemos prever si van a ocurrir, sólo hay que confiar en que pase lo que pase seremos capaces de afrontarlo… Lo demás es atreverse, dejarse llevar y disfrutar.
¿Qué te estás perdiendo en esta vida por miedosa? Dejáme tus comentarios al final del post y compartí este artículo con tus amigas para que se atrevan a superar sus miedos.
También te pueden interesar estos artículos relacionados:
¿Cómo vencer tus inseguridades y animarte a hacer lo que querés?
Dominá tus miedos…¡Empezá a creer en vos!
3 Técnicas de PNL para eliminar tu basura mental
Deja una respuesta